De la periodista que lloró por el vestido de una princesa

Esta crónica se publicó por primera vez el 21 de mayo de 2011 y, aunque no lo crean, cuenta una historia real, la historia de cómo y por qué se ocultó un evidente acto de corrupción del presidente de El Salvador, Mauricio Funes. Lo publico de nuevo porque salió a luz este día que el presidente Funes ha declarado en reserva total toda documentación relacionada con sus viajes al exterior, así como los que realice su esposa, Vanda Pignato, pese a que la Ley de Acceso a la Información Pública (LAIP) lo obliga a hacer públicos estos datos.

Jorge Ávalos

Siempre supiste que no eras materia para ser una heroína. La vida era un poco aburrida para vos, pero si algo aprendiste en medio del tedio de tu vida tan simple es el poder de la imaginación y de tu capacidad para evocar fantasías. Ese poder te llevó a la escritura. A los 12 años eras gordita, morena y tímida y, con un dolor profundo en el alma, sabías que ningún compañero de tu clase te veía a los ojos cuando vos les sonreías. Estabas sola y la soledad hizo que esas cosas que escribías te llevaran a un lugar inaudito: la verdad. No importaba qué escribieras —cuentos o poemas o recuerdos de tu vida triste—, todo expresaba tus sentimientos y tu soledad profunda. ¿Pero qué aprendiste de ese diálogo con tu soledad? Te enseñó a percibir la realidad y a reconocer que esa realidad es una máscara que oculta el rostro de la verdad.

Poco antes de graduarte de bachiller, durante la visita de un poeta salvadoreño al instituto, oíste algo que iluminó el camino que debías de seguir: “La verdad es el camino a la belleza”. Vos conocías el rostro de la verdad. Y si la verdad se ocultaba bajo la engañosa realidad, vos tenías el don de descubrirla. La soledad de tu adolescencia te había otorgado un don inapreciable, y ahora sabías que ese don era la llave para descubrir la belleza real, algo que estaba mucho más allá de las apariencias, de las caras bonitas y de las actitudes de superioridad de los jóvenes de tu clase. ¿Pero qué podías hacer con ese don? ¿Cómo podías usarlo para crecer como persona y así ocupar un lugar en el mundo al que pertenecías? Así que asediaste al poeta después de la charla y le preguntaste cuál era el camino que debías seguir. Él dijo: “Si quieres ser escritora de verdad, no basta con el talento; también necesitarás algo más: la disciplina para escribir bajo cualquier condición, aunque estés enferma o cansada, doliente o feliz, solitaria o enamorada”.

Esa disciplina, comprendiste, la podías adquirir trabajando como periodista. Ernest Hemingway lo había dicho: El periodismo te da el método y la confianza para escribir, pero si quieres ser escritora tienes que salirte a tiempo, porque a la larga el periodismo te puede cortar las alas de la imaginación. ¿Cuánto tiempo necesitarías ser periodista antes de escapar de esa carrera? No lo sabías. Pero valía la pena intentarlo y probar si tenías madera para resistir. Al menos tenías una ventaja: sabías distinguir entre la realidad y la verdad, entre el mundo de las apariencias y el de la verdadera belleza. Así que al graduarte estudiaste la carrera de periodismo, y fuiste tan buena estudiante, tan aplicada y tan segura en el trazo de las palabras, que tu valentía ganó la admiración de tus maestros y sus elocuentes recomendaciones. Antes de graduarte ya tenías un trabajo con un importante periódico del país.

Como todos los periodistas comenzaste con trabajos fáciles: redactando notas breves, adaptando los cables noticiosos del mundo de los espectáculos para rellenar columnas vacías creadas por la publicidad de última hora. Un día de tantos, durante un descanso de 15 minutos te conectaste, pese a la prohibición del periódico, a tu cuenta de Facebook. Y entonces descubriste algo que te hizo reír. Una amiga tuya había compartido un álbum de fotografías que mostraban al presidente de El Salvador, Mauricio Funes, durante un viaje a Disneyworld, en Orlando, Florida, a donde viajó en un jet privado. Le diste “Me gusta” al álbum e hiciste un comentario inocuo, algo así como: “Se reunió con sus aliados estratégicos, Mickey Mouse y el Pato Donald”. Tu ocurrencia causó mucha diversión entre tus amigas. Y todo habría quedado así, de no ser porque la realidad te golpeó de pronto mientras adaptabas otra nota más sobre la realeza inglesa para la sección social del periódico. Mientras veías el fasto de la realeza, los vestidos y sombreros absurdos cuyos costos podrían alimentar a una familia africana durante dos generaciones, una intuición rompió el hilo de tu pensamiento: ¿Si el presidente Funes estuvo en Disneyworld el pasado fin de semana, quién fue el presidente de El Salvador durante esos dos días? ¿Salvador Sánchez Cerén?

El primer acto fue el más lógico: verificar si alguien más sabía de esto, si la noticia había circulado por los cables de noticias, o si algún otro medio de comunicación había informado del viaje de Funes a Disneyworld con su séquito familiar y de seguridad. No encontraste nada, nada. Nada. El segundo paso, llevado a cabo casi con la rapidez de un impulso animal, fue regresar a Facebook y bajar las fotografías del álbum que mostraban al presidente y a su familia en Disneyworld. Examinaste las fotografías con atención: provenían del álbum personal de Cristina Pignato, la hermana de la primera dama, Vanda Pignato. Eran fotografías reales, recientes y en conjunto constituían una prueba innegable de que el presidente de la República había hecho algo incorrecto. Aún no sabías qué, pero era un tema demasiado importante para pasarlo por alto. Así que imprimiste las fotos, las metiste en tu cartera y evadiendo la mirada de la editora de tu sección tomaste el camino más largo hasta la oficina del editor en jefe.

Nunca antes habías estado en la oficina del legendario editor del periódico para el que trabajabas. Le pediste cinco minutos. Él te invitó a pasar. Comprendiste que no te reconocía, así que sin mediar palabras, sacaste las reproducciones impresas de las fotografías del presidente en Disneyworld y las pusiste sobre su escritorio.

—¿Qué es esto? —preguntó él.

—El pasado fin de semana —respondiste—, el presidente Funes se escabulló con toda su familia a Disneyworld, sin decírselo a nadie.

—¿Cómo obtuviste estas fotografías?

—De un contacto que no puedo revelar. Pero las fotografías son reales y se puede verificar que los son.

El editor las examinó con admiración.

—¡Qué mal gusto para las camisas tiene Funes! —observó—. Debió haber visto muchos capítulos de Hawaii 5-0 cuando era un niño.

Vos no entendiste la referencia a la vieja serie de televisión, pero aventuraste tu propia hipótesis.

—Lo que hay que considerar es que durante dos días Salvador Sánchez Cerén fue presidente del país —dijiste con un tono de confianza que te sorprendió a vos misma.

El editor te miró a los ojos. Sin lugar a dudas, esa fue la primera vez que realmente te vio a los ojos. ¿Lo habías logrado? ¿Habías demostrado, al fin, que eras capaz de hacer mucho más como periodista? ¿Acaso era este el momento definitivo para arrancarle la máscara a la realidad y mostrar su verdadero rostro? Pero el editor no dijo nada. Sonrió. Luego eligió una de las fotografías y te la dio. A tu manera de ver, era la imagen más inocente de todas: la fotografía del jet en el que Funes viajó a Florida.

—Si realmente crees que Funes nombró a Sánchez Cerén como presidente durante su ausencia, no sabes nada de política —te dijo—. La pregunta es: ¿Quién pagó por ese viaje? Es decir, ¿de quién es ese jet privado?

Por un momento quedaste paralizada.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó el editor en jefe.

—Una nota sobre el enigma del vestido de novia para la boda real en Inglaterra.

—Olvidate de esa payasada.

El editor levantó el teléfono, habló con la editora de la sección de espectáculos y le informó que te robaría por unos días. Luego llamó a su oficina al editor de política y lo puso al tanto del descubrimiento.

—Ayudala a encontrar el camino. Esta historia podría ser madera.

—¿Madera? —dijiste sorprendida.

—Tema de portada —dijo el editor de política.

En sólo quince minutos estabas en la sección más exclusiva del periódico, con instrucciones precisas para verificar la información, y los contactos para hacerlo, incluyendo el celular del jefe de comunicaciones de Casa Presidencial y los números de acceso directo a los jefes de bancada de los partidos políticos, de asesores legales y politólogos e incluso de algunos ex presidentes del país. Comenzaste con los diputados, porque sería lo más simple: de ellos sólo necesitabas reacciones al viaje que Funes había hecho a Disneylworld por medio de un jet privado. Los primeros comentarios que recibiste fueron de sorpresa, pero todos ellos, incluso los del propio partido de Gobierno, el Fmln, consideraron que era necesario indagar si se habían utilizado fondos públicos para esa vacación familiar. Era claro que los partidos de oposición olieron sangre y advirtieron una oportunidad para despotricar contra el Gobierno. Pero vos estabas más allá de los intereses partidarios. Lo que importaba era determinar si se había violado la confianza pública y si el mandatario del país había incurrido en un acto de corrupción. Era un tema importante. Estabas en camino, toda tu vida te había preparado para esto: para indagar, para hacer trizas las apariencias públicas, para defender la verdad a toda costa. Además, perdiste el miedo a preguntar; las primeras llamadas te ayudaron a confirmar que los diputados eran seres comunes y corrientes y el olfato político que demostraron en sus respuestas te alertó de que actuaban en base a sus intereses políticos, no por el bien público.

Llegó el momento de llamar a David Rivas, el jefe de comuniciones de Casa Presidencial. Su sorpresa fue mayor: guardó silencio por un buen rato mientras asimilaba la revelación. Era claro que él sabía que el viaje había ocurrido pero no sabía cómo la información se había filtrado. Ante tu aseveración de que el periódico tenía en su posesión una serie de fotografías que demostraban más allá de toda duda de que el viaje había ocurrido el fin de semana pasado, Rivas balbuceó algo ininteligible. Era necesario encarrilarlo con una pregunta. Nada complejo, sólo necesitabas un sí o un no.

—Señor Rivas, ¿viajó el presidente Mauricio Funes con su familia a Disneyworld el pasado fin de semana?

—Sí —dijo Rivas—, pero fue un viaje familiar, nada que ver con asuntos del Estado y por lo tanto está fuera de mi campo de trabajo.

—De acuerdo a nuestra investigación, el costo de viajar en un jet privado como este ronda los ocho mil dólares por hora. ¿Cómo costeó el presidente Funes este viaje?

—Como dije, se trató de un viaje familiar y el presidente también tiene derecho a una vida privada.

—El jet en el que el presidente Funes viajó, partió del aeropuerto de Ilopango. Es un jet privado. ¿De quién es ese jet?

—Eso no puedo decirlo, precisamente porque es un jet privado.

—Pero señor Rivas, un ciudadano común y corriente no posee jets. Sólo un empresario con millones de dólares en capital podría tener un jet de este tipo. ¿Pagó Funes? Es obvio que el presidente Funes no puede pagar con su salario un viaje privado de este tipo, el coste superaría los 80 mil dólares en un día, si es que estuvo en Florida sólo un día.

—Tengo entendido —dijo Rivas— de que un amigo del presidente se lo prestó.

—¿Es ese amigo un empresario salvadoreño?

—No, ese amigo es un empresario extranjero, pero no tiene vínculos económicos ni políticos con el país y por lo tanto no es necesario dar más explicaciones al respecto.

—Otra pregunta, señor Rivas. Durante la ausencia del presidente Funes, ¿se nombró presidente suplente al vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, tal y como lo ordena la Constitución de la República en el artículo 155?

Rivas colgó el teléfono. Lo hizo con miedo o con rabia. Fue un golpe súbito y fuerte que te hizo apartar el auricular de la oreja. Y quedaste paralizada. ¿Por qué Rivas podía informar, elaborar o inventar sobre el tema del jet y la posible falta de transparencia de Funes pero no podía hablar sobre Sánchez Cerén? Quizá tu intuición original había sido la correcta y este era el tema de fondo. Pero, para ser honesta contigo misma, no sabías cuál era el marco legal para conducirte en este espinozo tema. En tu lista de contactos había nombres y teléfonos de asesores legales, entre ellos había un experto en temas constitucionales. Lo llamaste, era un hombre viejo y con la voz muy grave. Esa conversación te educó sobre el tema constitucional.

Esto es lo que aprendiste. El artículo 158 de la Constitución de El Salvador exige que el presidente de la República informe al primer órgano del Estado, la Asamblea Legislativa, cada vez que va a hacer un viaje fuera del país. Esto, te dijo el experto en temas constitucionales, es un requisito indispensable porque el presidente representa a todo el país, es el principal interlocutor internacional de los asuntos del Estado y es también el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas de la República. En otras palabras, el presidente es presidente 24 horas al día y siete días a la semana. Y aunque tiene derecho a tomar vacaciones con su familia, aún en ese tiempo, el Estado tiene el deber de protegerlo a él y a su familia todo el tiempo, por eso sus hijos también tienen seguridad pagada por el Estado. El presidente es un “activo” del país, como el oro en la economía, él es no sólo la cabeza del Estado sino también un símbolo del país porque como persona es también la figura política que representa a la presidencia como institución nacional. Sus actos definen lo que nuestra nación considera un liderazgo democrático aceptable.

Ahora comprendías la reacción de Rivas. No fue cólera lo que lo hizo colgar el teléfono, sino miedo. El presidente Funes había violado dos exigencias legales de la Constitución: no había informado a la Asamblea Legislativa de que iba a hacer un viaje al extranjero (artículo 158 de la Constitución), y tampoco había hecho el traspaso de mando necesario mientras se ausentaba del país (artículo 155 de la constitución). El caso era particularmente grave porque en El Salvador se vivía una situación de emergencia. Con una de las tasas per cápita de homicidios más alta del mundo, el presidente había desplegado cientos de unidades militares a las calles, imponiendo, en efecto, la militarización del país. ¿Cómo era posible que el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de El Salvador abandonara al país en medio de un despliegue militar para visitar a Mickey Mouse?

Estabas asombrada. Este era el meollo del asunto, pero tampoco se podía ignorar el tema financiero. Mientras estudiabas periodismo, tenías que admitirlo, eras una genuina admiradora del entrevistador Mauricio Funes. Sus palabras te hacían creer que el periodismo podía ser, en su modo más reflexivo, la conciencia del país, una manera de ser desde la ética y el deber ciudadano. Por eso tenías un recorte de un editorial que Funes publicó en 1999, cuando eras una adolescente. Y ahí estaba, definido a la perfección, el concepto de que la responsabilidad pública de un funcionario era inseparable de su actuar privado: “En un funcionario de Gobierno”, escribió Funes, “es inaceptable la tesis de que su vida personal pertenezca a la esfera de lo estrictamente privado”. Este era el Mauricio Funes que una vez habías admirado. ¿Existía todavía en él esa fibra moral?

Llamaste a un viejo ex presidente. Estaba igual de sorprendido por la revelación, y entonces, con un dejo inesperado de vergüenza y de paternalismo te dijo: “Niña, la transparencia no es un asunto de moral individual. La cuestión no es si en sus actos Funes es consecuente con su palabra, o con sus promesas de transparencia. La presidencia es una institución demasiado importante para dejarla en manos de decisiones y preferencias arbitrarias. La transparencia de los actos presidenciales es un asunto de naturaleza legal: si el viaje a Florida fue el regalo de un empresario amigo, estamos hablando de un ingreso en especie de casi 100 mil dólares. Estos son 100 mil dólares que Funes no tenía antes de convertirse en presidente. Esto es equivalente a que un amigo del presidente le compre un Ferrari como gesto de amistad. Ninguna persona, por mucho dinero que tenga te regala 100 mil dólares sin considerarlo una inversión. Funes tiene que revelar quién le hizo ese regalo y cuanto costó porque la Unidad de Probidad de la Corte Suprema de Justicia tiene que saber en cuánto han aumentado sus ingresos, en efectivo o en especie desde que se convirtió en presidente de la República. Esa es la ley”.

—¿Pero no tiene que esperar a que termine su período presidencial para hacer eso? —preguntaste.

—En teoría, y sobre todo si Rivas asegura que se trata del regalo personal de un amigo, entonces Funes debería mantener cuentas claras de sus ingresos privados día a día. La información debería tenerla al alcance de la mano y si la ciudadanía quiere saber, tiene derecho a saberlo. Pero como la Asamblea Legislativa tuvo que haber sido informada de ese viaje antes de que lo hiciera, la legislatura está obligada a preguntarle por qué viajó fuera del país sin permiso y en violación a las exigencias de la Constitución de la República. La Asamblea es el primer órgano del Estado y hablan en nombre de la ciudadanía, puesto que son los legítimos representantes del pueblo en materia legislativa. Pero también Funes debe revelar porqué hizo ese viaje ocultando quién es propietario de ese jet y cuánto costó ese viaje privado que no se puede financiar con fondos públicos, pero que tampoco podría haber sido financiado con los fondos privados de Funes. Es por eso que habría que examinar cuál fue el propósito principal para que su amigo Salume le prestara dos millones de dólares durante la campaña presidencial. Según Funes era un préstamo para la campaña, pero el dinero no fue transferido a una cuenta de la campaña sino a la cuenta personal de Funes. La razón por la que esto es sospechoso es porque la Fiscalía confirmó el hallazgo de una transferencia sospechosamente grande a la cuenta de un candidato presidencial un par de semanas antes de las elecciones. Y el dinero no había sido tocado. Esto significa que podría haber sido un préstamo para burlar a la Unidad de Probidad de la Corte Suprema de Justicia. Así, Mauricio Funes podría haber iniciado su presidencia con dos millones de dólares en su cuenta bancaria, retornar el préstamo a Salume durante su presidencia y rellenar ese vacío con “regalos” de sus amigos, un margen para una ganancia personal de dos millones de dólares durante la presidencia. Al final de su período la Unidad de Probidad no vería cambio alguno: sólo notaría que inició su período presidencial con dos millones de dólares en su cuenta personal y lo finalizó con dos millones de dólares. La misma cifra indicaría que no habría habido ningún cambio, cuando en realidad, habría habido un ingreso espectacular de dos millones de dólares. Es algo para indagar más a fondo porque podría ser el indicio de un acto planificado de corrupción sistemática.

Esto era más que una especulación. De inmediato comprendiste que tenías un tema para la “madera” del periódico. No podías creerlo. Era tu hallazgo y era tu primera oportunidad para un reportaje de verdad. Y te sentías preparada para tomar acción, para indagar con más profundidad y para escribir periodismo de calidad. Así que saltaste de tu silla y corriste con tus notas a la oficina del editor en jefe. Se lo contaste todo, cada hallazgo, cada giro legal, cada probabilidad, cada hecho sustancial. El editor en jefe te miró fijamente mientras armabas el caso de tu investigación.

—¿Puedo proceder con esta línea de investigación? —preguntaste, con la certeza de que diría que sí.

Pero el jefe se llevó las manos y la cara y la ocultó por un minuto mientras reflexionaba.

—No —dijo, finalmente—. Nuestro interés es demostrar que Funes no cumple su palabra y que no tiene ninguna disponibilidad a la transparencia. Funes es el objetivo de nuestras indagaciones políticas, si develamos sus contradicciones revelamos su naturaleza ambigua como político. No podemos profundizar en las violaciones constitucionales ni alertar al público sobre las responsabilidades de la Unidad de Probidad, porque si hacemos eso vamos a tener que admitir que el sistema de corrupción fue instituido por el partido Arena. Fue el ex presidente Armando Calderón Sol quien desafió a la Asamblea Legislativa y los hizo retroceder en cuanto al artículo 158 de la constitución: ahora un presidente sólo tiene que pedir permiso una vez al año para viajar fuera del país y, con la complicidad de la Asamblea Legislativa, la presidencia no reporta los detalles de esos viajes. Y fue el ex presidente Francisco Flores quien impidió que la Unidad de Probidad de la Corte Suprema de Justicia indagara más a fondo los ingresos en dinero y en especie que recibió durante su período, bloqueando por medio de presión política la investigación de la Corte en las cuentas bancarias de los presidentes. El manejo impune de la corrupción política es parte de nuestra realidad nacional. Se acepta porque cada partido recibe así su tajada del pastel. Pero si atacamos a Funes a partir del marco legal, tal y como lo propones, entonces abriríamos una lata de gusanos, una caja política de Pandora. Y nosotros, como periódico, tendríamos que admitir que no hicimos nada contra la corrupción presidencial del partido Arena. Tendríamos a Funes por su corrupción, por sus abusos de confianza a la ciudadanía y por su falta de transparencia, pero también revelaríamos nuestra complicidad por haber guardado silencio cuando no debíamos haberlo hecho. No tuvimos el nervio para arriesgarnos entonces, y si lo hacemos ahora, no tenemos la legitimidad para sostener una posición ética ante los abusos de la presidencia.

Oíste esto en silencio, con la boca abierta.

—¿Qué vamos a hacer entonces? —preguntaste.

—Lo que el periódico va a hacer, es filtrar la noticia a medios digitales para saber cómo responde el público al chambre del viaje del presidente y su familia. Lo que vos vas a hacer es regresar a la sección de espectáculos y escribir sobre el enigma del traje de novia para la boda real en Inglaterra.

Así terminó esa historia en el periódico, pero no en tu vida. La semana siguiente viste como la noticia que habías descubierto por cuenta propia se difundió en un medio digital. Pero también fuiste testigo de cómo las fotografías circularon con morbo, cómo el presidente evadió toda pregunta al respecto, y cómo los periodistas de todos los medios de comunicación se subordinaron a una explicación inocua sobre la distinción entre lo privado y lo público. Nadie profundizó en el tema legal ni en las implicaciones que éste tenía para el combate contra la corrupción. Los periodistas, sumisos a Funes y entregados a los vertiginosos vaivenes de las noticias políticas, abandonaron el tema. El día que escribiste la nota sobre el vestido de novia de una futura princesa, lloraste como una niña a la que le habían robado algo precioso e irrecuperable.

Hace sólo una semana atendiste un foro sobre periodismo. Y de pronto, entre la multitud de asistentes, viste al presidente Mauricio Funes caminar como si fuese un ciudadano común y corriente. No lo rodeaba la seguridad, y en ese momento, todos estaban demasiado concentrados en socializar con sus colegas para prestarle atención a un ex periodista. Así que sacaste la agenda de tu cartera y con un poco de aprehensión te acercaste a él.

—¡Señor presidente! —dijiste.

Funes se detuvo y te miró a los ojos. No te conocía. No eras parte de la jauría de periodistas políticos que lo perseguían con las preguntas qué el consideraba impertinentes por ser tan ingenuas y tan simples. Para tu sorpresa, él sonrió. Entonces sacaste aquel viejo recorte del editorial que él escribió sobre los deberes éticos de los funcionarios públicos y le pediste su firma.

—¿Mi autógrafo? —preguntó él con una carcajada. Sacó una pluma del bolsillo de su saco y firmó a través del recorte una enorme versión de su propia firma. Te regresó el recorte y siguió caminando.

Y entonces, al verlo caminar de espaldas, lo llamaste de nuevo.

—¡Mauricio! —gritaste.

El giró hacia vos, intrigado.

—¿Por qué nos abandonaste? —le preguntaste—. ¿Dónde quedó el Mauricio Funes que tanto admirábamos? ¿Por qué ya no puede hablar como lo hacía antes, con esa brutal honestidad que nos daba la fuerza para expresarnos y cuestionar al poder?

El presidente perdió el color. Confundido, se dio vuelta y siguió caminando, pero esta vez con pasos más rápidos. Y mientras él se alejaba, hiciste lo que sentías que tenías que hacer: tomaste el recorte del editorial del periodista Funes que habías guardado como un tesoro por tantos años y lo rompiste en pedazos. El presidente escuchó el gesto, estás segura, porque con cada crepitar del papel, se detenía por un instante. No todas las verdades son bellas, pero el que llega a la verdad, conoce el camino a la belleza. Y eso, joven periodista llena de sueños, es más importante que una “madera”, es más urgente que un reportaje anunciado con letras grandes en la portada de un periódico, porque es la belleza de tu integridad profesional y es el rostro verdadero de tu dignidad como persona.

Las fotografías fueron hechas públicas gracias a la fina cortesía de Cristina Pignato, hermana de la primera dama de la República y secretaria de Inclusión Social, Vanda Pignato de Funes.

La hora de los marginados

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Jorge Ávalos

Alucinante. Esta es la palabra que Sergio Ramírez eligió para describir los dos sucesos más recientes en Nicaragua que han capturado la atención del mundo y que muestran los extremos de cómo se manifiesta el poder del presidente Daniel Ortega: la represión violenta de una protesta de ancianos y la aprobación relámpago de una concesión de medio siglo para la construcción del futuro canal interoceánico de Nicaragua a un empresario chino desconocido. ¿Qué conecta ambos eventos desde una perspectiva crítica?

Ramírez nos recuerda que sólo hay una democracia, y las reglas de la democracia son las mismas sin importar qué partido está en el poder o qué ideología guía la política del Estado. Tanto la izquierda como la derecha deben estar sujetas a la ética, a la transparencia y a la aceptación absoluta del sistema democrático mismo. La represión de los ancianos y la aprobación de una concesión que “entrega la soberanía nacional” a un empresario son actos que rompen el tejido de integridad ética que une al poder en Nicaragua con sus ciudadanos.

La turba que dispersó a garrotazos la protesta de los ancianos la madrugada del sábado 22 de junio pretendió pasar como un grupo de civiles sin vinculación al gobierno, pero actuaron como el batallón de un ejército: 300 personas con el rostro cubierto con pañuelos, pero vestidas con camisetas impresas con consignas del partido en gobierno que se abalanzaron sobre personas indefensas mientras la policía cercaba el área para impedir que escaparan. Hay reportes que indican que mientras los ancianos caían bajo los garrotazos, los policías reían. Junto a esos ancianos, sin embargo, había jóvenes que los apoyaban y acompañaban.

“Que haya jóvenes al lado de los ancianos que reclaman por sus derechos, protestando juntos, nos dice que hay esperanzas para Nicaragua”, escribió Ramírez en las redes sociales después de la represión. Esta declaración de fe en el futuro revela mucho sobre el concepto que Ramírez tiene de la izquierda: para él es un compromiso con la “gente sencilla”, con los marginados, con los desposeídos. Si en Nicaragua esto no es un cliché, mucho menos lo es en la literatura de Ramírez, el novelista centroamericano de mayor proyección mundial.

Su último libro, Flores oscuras, es una colección de cuentos que reclama atención hacia los seres marginados por la historia y la sociedad. Los marginados no necesitan ser pobres: si bien son ancianos sin pensión en Nicaragua, en Brasil son la clase media. Ramírez los entiende porque es un novelista, esa rara especie de intelectual que tiene acceso, simultáneamente, al destino de los grandes héroes de la historia y al de los seres anónimos que construyen la historia.

“Los escritores no son producto del Estado ni de la empresa privada ni los produce un estamento de la sociedad”, afirmó en una entrevista que le hice el 26 de junio pasado. “El escritor puede ser una producción instantánea de un país. Por ejemplo, Rubén Darío. Uno de los grandes genios de la literatura hispanoamericana, nace en un país que tenía 150 mil habitantes analfabetos, marginales”.

Esos jóvenes que acompañaban a los ancianos son ahora la mayor amenaza al abuso del poder en Nicaragua. Entre ellos podría estar una nueva voz de la conciencia nacional, alguien que acepte la herencia de Darío y la de Ramírez, quien nos advierte: “Un escritor sale de donde menos uno se lo imagina: de los barrios bajos, de las sombras de la noche, de los sectores marginales”.

Entrevista a Sergio Ramírez en El Diario de Hoy,
por Jorge Ávalos y Tomás Andreu,
domingo 30 de junio de 2013:

Política: «No hay democracia sin una oposición vigorosa»

Literatura: «Mi ambición es ser un escritor memorable»

Video: «Y si está en la literatura está en la realidad»

A la memoria del dudoso papel histórico de Marcos Rodríguez

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Por Jorge Ávalos

El día de ayer declaré en Twitter lo siguiente: “Fui director internacional del Sistema Radio Venceremos durante la guerra”. Esto no es verdad. Tampoco es una mentira. Es una técnica muy común en el periodismo actuar un papel para generar una reacción que nos revele lo que nuestros entrevistados piensan de verdad. Actuar no es mentir: en estos contextos significa confrontar al entrevistado o al sujeto de investigación con un espejo en el que se pueda ver a sí mismo con mayor claridad. Esta técnica fue inventada por investigadores policiales hace más de un siglo, tanto así que en la década de 1880 ya formaba parte del repertorio técnico del famoso detective de ficción Sherlock Holmes. En la actualidad, los fiscales salvadoreños reciben clases sobre cómo hacerlo. Por ejemplo, si a un alcohólico sospechoso de homicidio vehicular se le pregunta si es alcohólico, se mostrará defensivo y con toda seguridad lo negará. Si en cambio el investigador asume como una verdad la realidad del alcoholismo del sospechoso y muestra con su tono de voz la empatía de un terapeuta preguntando “¿Desde cuándo eres alcohólico?”, la persona creerá que ya ha sido descubierto y contestará con sinceridad.

La primera fase de esa técnica consiste en averiguar cuál es el paradigma del entrevistado, su visión de mundo por decirlo en un lenguaje simple. Marcos Rodríguez, el ex subsecretario de Transparencia de la Presidencia de la República, suele responder compulsivamente ante cualquier cuestionamiento que se le haga a Transparencia Activa, el medio de propaganda gubernamental que él creó para el poder ejecutivo. Ante esa manía defensiva se me ocurrió que la mejor manera de extraer su paradigma era confrontándolo con un personaje que había sido un experto en propaganda para el FMLN durante la guerra. Para jugar limpio me aseguré que la exposición del perfil de mi personaje, la declaración en sí, fuese transparente, es decir, que hiciera evidente su falsedad a todas luces. Esto es lo que escribí ayer en mi cuenta de Twitter: “Fui director internacional del Sistema Radio Venceremos durante la guerra”.

20130622 Avalos director SRV

¿Por qué mi declaración tenía que ser obviamente falsa? Porque esto lo dije en un contexto muy específico: se debatían, principalmente, las diferencias entre propaganda y periodismo y aquellas diferencias que existen entre medios oficiales de comunicación y medios independientes. Pero lo que estaba en el origen de este debate era un cuestionamiento directo a Transparencia Activa: ¿es periodismo lo que hace? Yo creo que la clave de todo esto se encuentra en estas dos simples preguntas: ¿Conoce el lector la diferencia entre lo que hace Transparencia Activa y lo que hacen los medios de prensa? ¿Puede el lector discernir la “verdad” de lo que publica Transparencia Activa o la “verdad” de lo que publican otros medios de prensa? Para que un lector pueda hacer estas dos cosas necesita ser un buen lector, un lector inteligente, un lector preparado para conocer la diferencia entre una declaración verdadera y una falsa. Si hay una persona que debería tener esta capacidad de discernimiento entre la verdad y la falsedad de una declaración es Rodríguez, pues ¿para qué se creó la ley de transparencia sino para que el ciudadano tenga los recursos para poder discernir la verdad sobre lo que ocurre con la función pública?

Tenemos que partir del supuesto de que Rodríguez, como hombre de izquierda y por su papel en el área de transparencia con el Gobierno,  tenía a su disposición, en su mente, todos los recursos para haber detectado que mi declaración tenía que ser falsa. Otros participantes del debate se dieron cuenta y lo consideraron una “puntada”.

20130622 Ana Canizales buena puntada

Creí que también Rodríguez vería a través de mi declaración, pero si no lo hacía, pensé, entonces me dará su paradigma. Pese a ser una prueba tan fácil exponer esa falsedad, como lo demostraré más adelante, Rodríguez no la pasó. En cambio, creyó que esto le daba una oportunidad para ponerme en mi lugar desde su visión de mundo: en esta discusión hay dos bandos, sugirió Rodríguez, y yo, o pertenezco a uno o pertenezco al otro; si yo estuve en Radio Venceremos, supone él, entonces, trabajar ahora para El Diario de Hoy es una traición, porque significaría haber cambiado de bandos.

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Rodríguez cree, además, que la afiliación a su propia ideología supondría que los periodistas harían un mejor periodismo.

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Este paradigma de Rodríguez es una fantasía.

El Fmln podría ser el partido en poder, pero su paso temporal por el ejecutivo no lo hace propietario del Gobierno, por lo tanto, el Gobierno no es el bando del Fmln. La práctica periodística de El Diario de Hoy y el actuar del Gobierno no se constituyen en bandos, como si el debate democrático fuese una guerra. El Gobierno tiene un ejército, tiene armas, tanques y aviones, tiene fiscales con acceso a la intervención de teléfonos, tiene un presupuesto y recursos que serían arrolladores ante cualquier enemigo civil, tiene miles de abogados asalariados y puede, si quiere, contratar a otros cientos para que se dediquen exclusivamente a atacar a El Diario de Hoy a través de las cortes si así lo quiere. ¿Qué es El Diario de Hoy ante todo ese poder? Antes que nada, no es un “bando”.

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Rodríguez cree que si asocia a El Diario de Hoy con Arena, entonces el periódico sería parte del “bando” de Arena, pero, ¿desde cuándo es un partido político un “bando” ante el Gobierno? “Oposición” es también un término democrático y la oposición a las medidas de un gobierno en particular no viene sólo de los partidos, la mayoría de las veces proviene de la sociedad civil, de sectores sociales organizados: estudiantes, médicos, mujeres, transportistas, sindicalistas, payasos, abogados, empleados públicos, exguerrilleros, exsoldados, migrantes a los Estados Unidos y organizaciones no gubernamentales.

A veces la oposición podría venir de un individuo, como sucedió con el fundador de la Asociación Atlacatl que demandó al Gobierno ante una corte internacional porque no prestaba atención médica a las personas afectadas con el VIH o el SIDA. David contra Goliat.

A veces la oposición a la Presidencia proviene de otros poderes del Estado o de ramas específicas del poder ejecutivo: la Corte Suprema de Justicia, la Asamblea Legislativa, la Fiscalía General de la República, la Procuraduría de los Derechos Humanos. En consecuencia, la oposición al Gobierno es parte de la esencia de la democracia. Tomemos como ejemplo a la Asamblea Legislativa. Esta no le pertenece al partido mayoritario. Ante un debate de nación y ante cualquier disputa o discusión democrática tampoco hay bandos, porque bajo ninguna circunstancia una ideología constituye una prescripción sobre cómo responder a los problemas concretos que afronta el país. (Este concepto, por cierto, lo aprendí de Roque Dalton: es una idea que está claramente delineada en su libro Un libro rojo para Lenin y que, a su manera, es un manifiesto en contra del dogmatismo.) Esto significa que los partidos mismos necesitan debatir en su seno antes de llegar a una conclusión sobre cómo resolver un problema de la manera más eficiente y al menor costo social y económico para la nación. De esta materia se construye la democracia, y con esta dinámica democrática se construye a la nación.

Cuando un periodista reconoce la dinámica social entre los hechos y las maneras en que estos se perciben para construir una visión de la realidad, estará capacitado para poder distinguir la verdad. Como escribí ayer, «para un verdadero periodista no hay bandos para su trabajo. La verdad no tiene bandos.»

20130622 Avalos no hay bandos

Me alegro que Rodríguez, que dirige la formulación de la oferta electoral del Fmln, “Diálogo de País”, nos haya revelado tan ingenuamente cuál es su visión de la democracia, y no sólo en las respuestas a mis contados tuits sino a lo largo de todo el debate de ayer. Pero no deja de sorprenderme y preocuparme que así como no conoce la diferencia entre lo que hace Transparencia Activa y cómo se hace periodismo, tampoco haya podido señalar que yo sólo estaba actuando y que mi declaración haya sido una ficción. Era muy fácil discernir esto. Permítanme que lo demuestre.

Fui director / internacional / del Sistema Radio Venceremos / durante la guerra

Cualquier profesional de las comunicaciones sabe cómo separar las unidades de una declaración: “Fui / director / internacional / del Sistema Radio Venceremos / durante la guerra”. Un profesional de las comunicaciones no necesita siquiera hacer un análisis profundo de esta declaración: con su conocimiento la vería intuitivamente, con transparencia, y reconocería de inmediato su falsedad. Para beneficio de los que no son comunicadores profesionales hago una exposición a continuación.

Fui

Cuando la guerra comenzó yo tenía 15 años de edad, y como soy conocido como escritor creativo es muy fácil constatar, a través de varios medios, cuál es mi edad, quién soy yo y cuál es mi trayectoria. Como sabemos, y es una historia muy conocida, Radio Venceremos fue conformada por un equipo de personas que ya tenían una experiencia probada en comunicaciones desde antes de la guerra. Por lo tanto, habría sido muy poco probable que un adolescente se hubiese convertido en director del Sistema Radio Venceremos durante la guerra. Hay varios libros que cuentan esta historia. Sobre uno de esos libros, el pasado 22 de marzo Rodríguez le comunicó al mundo a través de Twitter que había llegado a la presentación de Tiempos de Audacia: los Mass Media de una Guerrilla, un estudio testimonial e histórico sobre el Sistema Radio Venceremos.

20130322 Marcos Rodriguez SRV

Estoy seguro que Rodríguez no es una persona tan banal como para difundir por las redes sociales que había ido a la presentación de este libro sin tener un interés real en el tema, y es razonable suponer que ese interés lo llevó también a leer ese libro y a conocer más acerca de la contribución del sistema de comunicaciones del FMLN a la historia del país, tal y como lo hicieron tantos comunicadores profesionales.

20130328 El chiri sobre SRV

Yo lo leí, con admiración y pasión, y de un tirón, después de la presentación del libro. Lo recomendé varias veces.

20130611 Jorge Avalos SRV

del Sistema Radio Venceremos

El Sistema Radio Venceremos fue parte de una estructura guerrillera, como lo saben todos los que tienen un mínimo de conocimiento sobre la guerra en El Salvador y sobre el FMLN en particular. Esta es la razón obvia por la cual Radio Venceremos fue un objetivo militar legítimo del ejército salvadoreño. Persiguiendo a Radio Venceremos fue asesinado el alto mando militar, incluyendo al coronel Domingo Monterrosa, en 1983. Nadie ha reclamado que esta masacre, realizada con una bomba a control remoto, haya sido un acto terrorista o una violación a los derechos humanos. El evento es recordado en la historia como una batalla en la que el mando militar salvadoreño falleció en combate. Todo esto ya es parte, incluso, de la cultura popular salvadoreña.

director

Ahora bien, ¿si el Sistema Radio Venceremos era la estructura de comunicaciones y propaganda de una fuerza guerrillera y revolucionaria, por qué cree alguien que podía tener burócratas? ¿Cómo se explicaría la presencia de un ejecutivo, un “director”, en una estructura guerrillera? Quizás porque los burócratas de comunicaciones del partido de izquierda actual sueñan con esos tiempos y se imaginan a sí mismos como si cumpliesen hoy en día aquellos papeles ahora considerados heroicos por la historia.

internacional

Durante la guerra, las estructuras del FMLN no tenían directores también por razones ideológicas: tenían colectivos, y los líderes de esos colectivos no eran jerarcas burócratas sino garantes del colectivo, y aunque no habían nombres oficiales de estos cargos, los más altos que se manejaban interna o públicamente eran los de “responsables” o de “coordinadores”. Lo principales mandos estaban centralizados porque, a fin de cuentas, eran grupos pequeños. No había un mando internacional del Sistema Radio Venceremos, a menos que se hable de la comandancia del Ejército Revolucionario del Pueblo, pero sí había coordinadores de esos esfuerzos. Hasta donde yo sé, el responsable internacional del Sistema Radio Venceremos durante la guerra fue Paolo Lüers; esta es la razón por la que algunos historiadores lo llaman “director” del Sistema Radio Venceremos

20121108 Cañas Dinarte sobre Paolo

Pero la personas de izquierda no se confunden, saben que en la guerra había colectivos de trabajo en lugar de jerarquías burocráticas.

durante la guerra

Y para aclarar aún más las cosas. Yo sí participé en movimientos populares y en las estructuras de guerra del FMLN. Me incorporé a los 12 años de edad. Mi nombre de guerra fue “Tony”, dedicado a la memoria de un tío mío desaparecido. A los 15 años de edad fui capturado y torturado; nunca hablo de esto y no conozco a nadie de esa época que haga alardes de estas cosas; que nadie se atreva a decir que aquello fue heroico, todavía me da vergüenza haber sido capturado. Al final de la guerra, cuando llegó la hora final de la negociación de paz, yo estaba en Nueva York. Fui yo el que fue a recoger al aeropuerto a Shafick Handal, a Ana Guadalupe Martinez y a Salvador Samayoa para llevarlos a un hotel en las afueras de las Nacionales Unidas aquel diciembre de 1991. Y cuando la última sesión de negociación llevó al acuerdo final de paz, el 31 de diciembre de 1991, yo estaba allí, a las puertas de aquél cuarto, esperando la salida de los negociadores. Mi labor final de esa época fue documentar el cumplimiento de los acuerdos de paz para la Comisión de la Verdad en El Salvador entre 1992 y 1993.

Así que si Marcos Rodríguez quiere saber cuál es mi “bando”, el “bando” al que he pertenecido toda mi vida, la respuesta es muy simple: yo siempre luché por la paz, por la justicia, por la libertad y por todos esos derechos fundamentales que todavía defiendo, día a día, con mi talento y mis recursos personales. Nunca jamás le he faltado a mis principios. Jamás. El FMLN, que reunió durante la guerra a cinco organizaciones políticas y a una mayor diversidad de ideologías en su seno, no debe ser confundido con el Fmln, un simple partido político. Un movimiento revolucionario no puede ser confundido con un grupo de poder político y empresarial que ya pertenece al status quo, y cuyo principal interés es mantener ese status quo aun cuando se defina a sí mismo como un partido de izquierda, algo que los combatientes de la guerra, se lo aseguro, no dudan en cuestionar.

Dentro de las organizaciones del FMLN, y hablo del movimiento revolucionario no del partido político actual, hubo una gran diversidad de pensadores de todas las clases sociales, intelectuales académicos y estrategas analfabetos, artistas que pese a la guerra o con la guerra o al margen de la guerra continuaron creando, combatientes políticos o guerreros que ganaron batallas con las armas o con las comunicaciones. Y yo le puedo asegurar, señor Rodríguez, y lo puedo sustentar con pruebas, que la principal estrategia del Sistema Radio Venceremos fue atenerse a los hechos. Radio Venceremos era un medio de propaganda, y era un legítimo medio de propaganda, puesto que el principal objetivo de cada bando en una guerra no es matar ni destruir al enemigo, sino ganarse los corazones y las mentes de la población.

En contraste, no creo que sea legítimo que un medio de comunicaciones de la Presidencia de la República conciba como enemigos a los medios de prensa que no aceptan su propaganda. Tampoco es legítimo que la propaganda oficial se haga pasar por periodismo cuando en realidad se dedica a mentir y a tergiversar o cuando no recurre a ninguno de los criterios éticos del periodismo para construir sus mensajes propagandísticos. De hecho, no es legítimo que la Presidencia de la República tenga en su seno un medio de propaganda. No estamos en guerra. Transparencia Activa existe al margen de las leyes de El Salvador. Lo que nuestras leyes sí exigen es transparencia y acceso a la información pública. Nuestras leyes también crean un marco para la libertad de prensa, de pensamiento y del libre intercambio de ideas. En ningún lugar dicen nuestras leyes que el Gobierno se puede dedicar a atacar y a intentar aplastar con su poder de difusión a los medios de prensa que no aceptan la propaganda que la presidencia le impone a la nación. No hay ninguna ley primaria que impulse la creación de una entidad como Transparencia Activa, la cual utiliza recursos financieros, humanos y técnicos para servir los intereses de una argolla de poder político y cuyos objetivos, tal y como se muestran en la realidad de su producción, se oponen a los objetivos de nuestra ley de transparencia.

Tal vez si a Marcos Rodríguez le interesa, Paolo Lüers le puede contar de aquellos años heroicos del Sistema Radio Venceremos y de por qué no había glamour en todo aquello. Ser miembro de los colectivos de estas estructuras legítimas de propaganda requería de grandes sacrificios. En 12 años de guerra 430 personas miembros del Sistema Radio Venceremos fallecieron en combate. Gloria a todos ellos. Y pido aquí que la memoria del nombre de todos ellos, muchos de ellos amigos míos, no sea manchado por los comunicadores de la Presidencia que se hacen pasar por periodistas de izquierda cuando en realidad se dedican a mentir, a encubrir la verdad y a defender la corrupción de sus jefes.

La libertad de prensa como derecho y como facultad

Napoleón Viera Altamirano, fundador de El Diario de Hoy, sobre el principio de la libertad de prensa, el 11 de junio de 1963. Su interpretación era la norma internacional: «el libre acceso a los medios de publicidad para expresar las ideas, con la facultad para cada grupo social, político, clasista, religioso o individualista, de tener sus propios órganos informativos, publicar libros, folletos, hojas sueltas y circulares, sin previa censura ni caución.»

Hay que notar que lo que ahora llamamos «medios de prensa» se llamaba entonces «medios de publicidad». La palabra publicidad no siempre fue sinónimo de difusión de anuncios comerciales. Esta es la segunda definión de publicidad en el diccionario de la Real Academia Española: «Conjunto de medios que se emplean para divulgar o extender la noticia de las cosas o de los hechos.»

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La carta desmentida pero auténtica sobre una realidad que no es la verdad

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Jorge Ávalos

Un artículo publicado el 14 de mayo de 2013 por El Diario de Hoy, EE.UU. deja en suspenso el Fomilenio II, provocó reacciones de rechazo por parte del gobierno de El Salvador y del Fmln porque sacó a luz una carta enviada por dos líderes del Congreso de los Estados Unidos al director ejecutivo de la Corporación del Milenio, Daniel W. Yohannes.

En la carta, que data del 25 de abril de este año, los congresistas Matt Salmon y Albio Sires felicitan a la Corporación del Milenio por haber suspendido la aprobación de la propuesta del Gobierno de El Salvador hasta que se superen dos temas todavía en discusión, temas que son requisitos esenciales para recibir los fondos de cooperación de los Estados Unidos (una donación destinada a la zona costera del país). Estos dos temas son la corrupción gubernamental y la cooperación entre el Gobierno y el sector privado.

La diputada del FMLN, Norma Guevara, calificó al periódico de «mentiroso» y aseguró que el secretario técnico de la Presidencia, Alex Segovia, había desmentido la carta. Consultado, Segovia dijo lo contrario: la carta es auténtica. Sin embargo acusó al matutino salvadoreño de hacer un «manejo mal intencionado» y darle un uso «tendencioso» al contenido de esa carta. En realidad, El Diario de Hoy no hizo nada más que publicar la carta, describir su contenido y ponerla en contexto.

Lo que Segovia rechaza es un dato contenido en la carta: según los congresistas, en marzo de 2013 la Corporación del Milenio suspendió el desembolso de ayuda a El Salvador hasta que se superen los dos requisitos incumplidos por el Gobierno. Este dato fue confirmado a El Diario de Hoy por el presidente adjunto de la Corporación del Milenio, Thomas Hurley, quien dijo que el caso se revisará nuevamente en septiembre de 2013. Segovia dijo que no es cierto que la ayuda esté suspendida pero admitió que, en efecto, el caso pasará a revisión en septiembre de 2013.

Sobre este asunto, la Embajada de los Estados Unidos en El Salvador difundió el martes 14 de mayo una aclaración sobre el estado del segundo «compacto» (convenio) del MCC con el país. Ahí se dice que «la MCC no ha decidido posponer la implementación de un segundo compacto con El Salvador. De hecho, la MCC continúa con su proceso de valoración de los proyectos propuestos por el Gobierno». Al mismo tiempo, aseguró que «la MCC seguirá evaluando el compromiso de El Salvador con los criterios de selección de la MCC, que incluyen gobernabilidad, libertad económica y la inversión en la gente».

Así que según la diputada Guevara, aunque la carta es auténtica ha sido (falsamente) desmentida; y según Segovia, los hechos descritos por la carta son reales pero estos no reflejan la verdad; y según la Embajada de los Estados Unidos, aunque la implementación de Fomilenio II no haya sido pospuesta, se seguirá evaluando el compromiso de El Salvador con los criterios de la MCC.

A continuación comparto el texto completo en español de la carta de los líderes republicanos y demócratas del Congreso de los Estados Unidos que pertenecen a la Comisión de Relaciones Exteriores y que tienen poder de influencia en la aprobación o negación de ayuda económica a El Salvador mientras el país no llene los requisitos de la cooperación.

Traducción cortesía de vuestro atento servidor:

CONGRESO 113
Cámara de Representantes del Congreso
Subcomité sobre el Hemisferio Occidental
Comité de Relaciones Exteriores

Abril 25, 2013

Sr. Daniel W. Yohannes
Director Ejecutivo
Corporación del Desafío del Milenio
875 15th St NW
Washington, DC 20005

Estimado Sr. Yohannes:

Le escribimos para felicitar a la Corporación del Desafío del Milenio (MCC) por la reciente decisión relacionada a un pacto propuesto para El Salvador. Apoyamos firmemente la misión del MCC de entregar «cooperación externa inteligente de EE.UU., centrándose en las buenas prácticas, en la voluntad política de los países para tomar control de su propio desarrollo (country ownership) y en resultados concretos.»

Es por estas razones que nos complace saber que en la reunión de marzo de 2013 del Consejo de Administración del MCC, se decidió retrasar aún más la implementación del segundo convenio propuesto con el Gobierno de El Salvador, hasta que la embajada de EE.UU. en San Salvador haya concluido con éxito un diálogo político sobre dos temas importantes que forman parte de los criterios de selección de la MCC. Estos dos temas son: la cooperación público-privada; y la corrupción gubernamental.

Nosotros dos, el Presidente y el miembro de mayor rango en el Subcomité sobre el Hemisferio Occidental del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes del Congreso, respectivamente, estamos preocupados por los informes que hemos recibido sobre la falta de cumplimiento en El Salvador de estos importantes requisitos. Tanto empresas estadounidenses como los medios salvadoreños de prensa informan sobre lo que parecen ser ejemplos de corrupción por parte de funcionarios públicos, así como sobre el insuficiente interés por parte del Gobierno de El Salvador para tomar las opiniones del sector privado en consideración al formular la política económica del país y su ejecución.

Cuando se implementa correctamente y se administra bien, la Corporación del Desafío del Milenio es un instrumento sumamente valioso en la caja de herramientas de cooperación económica externa de los Estados Unidos. Encomendamos al Consejo de Administración del MCC por dar el paso responsable de asegurar que todos los criterios del MCC se cumplen antes de proceder en el caso de este convenio.

Atentamente,

Matt Salmon
Presidente
Subcomité sobre el Hemisferio Occidental

Albio Sires
Miembro de rango
Subcomité sobre el Hemisferio Occidental